Víctimas de la superstición humana

Que una especie tan magnífica como el rinoceronte esté tan amenazada es un gran descrédito para la humanidad. El número de ejemplares disminuyó en la primera mitad del siglo XX por la invasión de la civilización, y ahora afronta la matanza deliberada. En pocos años, los furtivos han matado al 90% de los rinocerontes para vender sus cuernos en el mercado negro. Los cuernos son muy apreciados en Extremo Oriente donde se los emplea, reducidos previamente a polvo, para curar dolores de cabeza y fiebres y, con menos frecuencia, para aumentar la potencia sexual. Como consecuencia de esta matanza estúpida, solo quedan unos pocos millares de rinocerontes negros en África, y menos todavía en Asia e Indonesia.

Por desgracia, no solo los rinocerontes están en aprietos. Recientemente, en las Great Smoky Mountains (EE.UU.) en solo tres años se mataron 600 osos negros para exportar sus vesículas biliares a Corea, donde se consideran un remedio contra la indigestión (porque, según su lógica, los osos son omnívoros y nunca tienen indigestión). Para comprender el alcance de la matanza, debemos saber que la población máxima de osos en las Great Smoky Mountains se estima en unos 600 ejemplares. Un registro reciente en un solo almacén del mercado negro de San Francisco descubrió 40.000 penes de foca para vender, previsiblemente, como afrodisiaco. Se ha cazado a la tortuga de pelo verde china casi hasta la extinción, en parte porque los taiwaneses creen que puede curar el cáncer. Podríamos continuar indefinidamente la lista de las especies víctimas de la superstición humana.

Traigo a colación estos hechos deprimentes para dar una respuesta poco convencional a la pregunta frecuente "¿qué tienen de malos unas pocas creencias cuestionables?", o "¿por qué preocuparse por un poco de superstición?". Estas matanzas sin sentido muestran que el coste de nuestra superstición es real e importante, y que no lo pagamos nosotros solos, sino también otros, incluyendo a otras especies. Que nuestras creencias equivocadas sobre los afrodisiacos y las curas del cáncer pongan al borde de la extinción a unas cuantas especies debería empujar a la nuestra a mejorar, a insistir en un pensamiento más claro y a esforzarnos lo suficiente para obtener creencias más válidas sobre el mundo. "Un poco de superstición" es un lujo que no nos podemos permitir.

Thomas Gilovich, Convencidos pero equivocados. Guía para reconocer espejismos de la vida cotidiana

Entradas populares de este blog

El principio mafia